viernes, 15 de abril de 2016

Eternamente mío.

Es absurdo hablar de empezar de nuevo cuando sabemos que lo nuestro jamás terminó. Pues no hubieron otros labios capaces de encender a fuego lento la llama que arde en mi cada vez que me miras, cada vez que me rozas sin tocarme, bailando lento y al compás de unos latidos demasiado ralentizados como aparentar vida más lejos de lo que puede alcanzar un suspiro; tus suspiros.
Y si estamos aquí, si no nos hemos ido, si siempre hemos permanecido; será porque jamás debimos marchar. Porque todos esos pasajeros que creían tener un billete sólo de ida, tuvieron que quedarse en la estación viendo como nos comemos a besos el alma, como nos despedimos de todos los fantasmas que pudieron vivir durante un tiempo en nuestras vida; un tiempo que ya ha terminado o que simplemente nunca empezó.