Tenía la manía persecutoria de ordenarme los esquemas cada vez que aparecías, así, sin más; pero siempre alborotabas alguno de mis pensamientos y dejabas en la cuerda floja un sentimiento fortuito, que amenazaba con torturarme el corazón a base de preguntas las siguientes horas. Y con todo esto, con tantos años de por medio, amores desanclados y sacudidas inertes he aprendido que uno no debe frenarse o dejar de arriesgar. Que las cartas están para jugarlas y perderlo todo, o ganar esto que tenemos ahora.
No se puede escapar de lo que está hecho para ti.