Tú, que siempre apareces cuando menos lo espero. Tú, que me salvas, me hundes y me retuerces en todo lo que debimos ser una vez, en todo aquello que dejé pasar por equivocarme de nuevo, por apostar por todo aquello que ya estaba perdido. Tú, impasible luchador que amenazas eternamente con robarme los suspiros y el alma en uno de ellos, ya tienes, aunque no lo sepas porque jamás te lo diré, la mitad de mis versos a tú favor.
Ps. Igual debieras retirarte la máscara de palabras tras la que escondes la voluntad de dar el primer paso a la espera de que sea la otra parte quien lo de por ti primero y lanzarte, como tantas veces te has lanzado, como tantas veces nos habríamos lanzado ya juntos, al vacío, dejando de lado el miedo y la incertidumbre del "qué pasará si...".
ResponderEliminarIgual se te ha olvidado pero, no hay más trenes que pasen una sola vez, que aquellos que dejamos pasar una y otra vez, igual todo resida en cambiar la perspectiva.
Creo que ha habido una confusión. Dudo que la persona a la que van dedicadas estas palabras tenga (a día de hoy) conocimiento de mi blog...
ResponderEliminarPs. No estás queriendo a quien te quiere, ¿no crees?
Creo que la confusión es de vos, princesa. Tómese dichas palabras como un simple consejo, ajeno a todo cuanto haya habido de por medio. Ciao bella, ciao
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