sábado, 7 de abril de 2018

Agridulce.

No creo en las casualidades y mucho menos en las coincidencias. Si ayer nos encontramos en plena madrugada a 100km/h fue porque todo lo que vino era necesario.

Hablar contigo siempre es una terapia expres, una carrera de emociones en círculo donde gana la que más mareada está. Pero tambien es hogar, sí, hogar como adjetivo, porque consigues hacer que todo parezca casa por donde pasas.

Hemos pasado tantas veces por estos sentimientos.. Ya nos conozco, y hablo en plural porque no creo que me queme al poner la mano al fuego si afirmo que empieza de nuevo la cuenta atrás. El reinicio del marcador para poner los pensamientos y sentimientos en orden, a 0, listos par poder volver a la normalidad, donde no nos dolemos más de lo estrictamente necesario. Pero qué puedo hacer si una hora contigo supone dos meses de trabajo duro para olvidarte y sanar. Y aunque me hago creer que ya estoy acostumbrada y me duele menos, tardo muy poco en sincerarme y saber la realidad.

A pesar de todo y cayendo en mis contradicciones, esta noche entre gotas de lluvia y un coche demasiado sucio, te he notado entero, sincero, real y eso es lo que me ha gustado. He visto que sigues siendo, aunque ya no estes, y aunque me duele un poco ver que le has dado la vuelta a nuestra pagina, me alegra que sigas recordando nuestra edicion. Al fin y al cabo fue la primera.

Además, siento que he podido mirarme en un espejo. Me he visto antes, durante y ahora; y me siento orgullosa del reflejo, de mis avances, del surco que reabres en mi corazón y de la manera que he sabido saturarlo. Aun me quedan puntos sueltos, pero no me importa, no me duelen, sólo me apretan un poco para recordarme que es real encontrarte de repente y PAM.

"Ens veig igual de connectats que sempre", "Em fa feliç tenir a algu així". Me quedo con eso, y con el hilo rojo.

Ps. Mi respuesta instantanea fue: azul. Qué más podía pedir, ser feliz siempre sin importar nada. Aunque, meditándolo un poco, la felicidad no puede ser a costa de todo, y entendí que si realmente decidia quedarme con la azul, y no apostar por la roja, era porque no tenía los recursos necesarios para ser feliz aun sabiendo que hay verdades que me van a doler más de la cuenta. Con el tiempo, y despues de ver, entender e integrar muchisimas cosas, he llegado a la conclusión que el valiente se arriesga y el cobarde subyace. Aquí tienes mi respuesta, roja como el dolor, concisa como la verdad y fuerte como la felicidad.

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