lunes, 7 de mayo de 2018

El mentiroso y su joya.

Mentiste. Otra vez.
¿Cómo tuviste la sangre fría de decir que algo te ponía celoso (dándome así esperanzas de que a lo mejor algo se te removía) cuando tu ya tenías otra cama en la que dormir? ¿Qué te da derecho a decirme que me quieres cuando ya besas otros labios? ¿En qué momento pensaste que sería buena idea decir que sí, que creías en nosotros, en un futuro, pero más adelante; cuando tienes una persona a tú lado?
Mentiste. Otra vez. Y no es justo.

Ayer odié tener contactos. Conocer a gente que conoce a la persona con la que te hablas, con la que compartes sábana. Sentí una bofetada de realidad en mis dos mejillas y créeme, me dejó al rojo vivo todas sus huellas dactilares. Aunque lo peor de eso no fue confirmar que ya tenías otras piernas en las que encajarte, de eso ya tenía sospechas, entraba en el trato de la libertad y estaba dispuesta a no martirizarme por ello. Lo realmente duro fue saber que era ella, la misma que ya había sido, esa que tú decías que "bueno, si, me llevo muy bien con ella, es buena chica, pero sé que no soy feliz al 100%". La misma que ya no tenía cabida en tu vida durante el verano pasado. Ya. ¿En serio pretendes que me crea que la dejaste a un lado? ¿En serio esperas que no sospeche que, en realidad todo el tiempo que pasamos juntos ella permaneció, a la espera y en silencio?

No te creo. No tengo motivos para hacerlo. 
Has vuelto al mismo sitio donde te dejé, en esa "paz emocional" que tanto criticabas hacía unos meses. Has vuelto  a lo fácil, a confundir amor con indolente, inmóvil, pasivo. Has apostado por no crecer, no evolucionar, no sentirte lleno en todos los ámbitos. Has escogido retomar una mentira. Y no te juzgo, tienes todo el derecho a hacerlo; pero del mismo modo que decides ser un cobarde infeliz el resto de tus días, te exijo que no me confundas, no me digas que me quieres, que quieres estar a mi lado cuando ese sitio ya está ocupado. No juegues con tus palabras y mis sentimientos, no me dejes la puerta medio abierta cuando tienes a alguien que la ha cerrado ya. No seas cobarde. No soy tu bala en la recamara, la segunda opción por si el plan A no sale como esperabas. No soy el huracán que va a solucionarte la vida, pues tu has decidido formar parte de un mar inerte.

Si fuera otra persona, una cara nueva, unos labios que desprenden novedad lo entendería; ¿quién de los dos no ha querido arriesgar por aquello que no conoce?. Pero ella, a la que según tú decías te quiero por que tocaba, la que no te llenaba al 100%, la que había saltado en tantas camas que ni si quiera la suya la reconocía. Genial. Mentiroso. Cobarde. Manipulador e insensible. ¿Tan difícil era decirme que estabas con alguien? No, era mejor dejar un poco de luz en esta oscuridad. Pues se acabó, se acabó. No es justo y lo sabes. 

Y lo que peor llevo es que en el fondo te entiendo. Entiendo que quieras no sufrir, no sentirte sólo. Sé por todo lo que has pasado, las heridas que acarrea tú corazón. Sé cuales son tus flaquezas, tu talón de Aquiles y el momento justo en el que necesitas un abrazo. Conozco los recovecos de tú alma, tú esencia y por ese motivo no puedo enfadarme... Estoy enfadada con tu cobardía, con tus palabras complacientes; sabes que no las quería, no las necesitaba. Hubiera preferido mil veces un "no te quiero", "estoy conociendo a otra persona", que no este juego de margaritas donde en un pétalo me quieres, en otro a lo mejor lo haces en un futuro y en el último te sientes celoso de algo que te pertenece. Yo jamás jugué con tu incertidumbre y exijo el mismo trato. 

Hasta ayer pensé que jugaba una partida de ajedrez contra ti, donde me habías dejado en jaque. Ahora veo que no eres tu el obstáculo sino tu cobardía, tu preferencia por la conformidad, tus pocas ganas de apostar por el riesgo, por la plenitud. Duele saber que estás a gusto en tu ignorancia emocional, que no quieres salir de ella por miedo al dolor. Claro que duele, ¿qué te crees? ¿Crees que es fácil salir al mundo sin coraza, expuesto? Pues no. Pero eso es el amor. La garantía de que no todo saldrá como esperas y luchar por el término medio. Lo tuyo es el camino fácil, la huida del problema que sólo termina por aumentarlo (me recuerdas tanto a mi hace unos meses..). Has decidido vivir detrás del muro sin dolor,  aunque el precio a pagar sea una felicidad basada en la inercia.

Me duele ver que la persona de la que estaba enamorada ya no existe, se ha difuminado y desvanecido; ya no corre por el filo, de hecho ya no corre. Se limita a caminar con bastón. 











Me siento traicionada. Has jugado con tus palabras sabiendo cómo todas y cada una de ellas podían alentar mi corazón. Me siento engañada. Pues no puedes guardarme un sitio a tu lado cuando al girarte ya ves otros ojos. Me siento confundida, porque en el fondo te entiendo y conozco tus cicatrices, y eso lo perdona todo. Pero también me siento profundamente decepcionada al ver que tu cobardía te impide crecer, evolucionar y cambiar como persona. Estaba enamorada de un chico que no se conformaba. 

De cobardes no hay nada escrito en la historia. ¿Recuerdas?

1 comentario:

  1. No digas que el chico del que te enamoraste cambió, di que cambiaste al chico del cual te enamoraste y ahora ya no lo quieres, como cuando un niño juega con su nuevo juguete, lo rompe y ya no quiere jugar con el, quiere el mismo juguete nuevo y reluciente.

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