Claro que te echaba de menos. Dejarte ir había sido con diferencia la decisión más dura hasta el momento. La idea de no saber si volverás, las no garantías de volverte a ver me siguen estremeciendo el alma, me ahogan cada madrugada y me aturden cada vez que alguien pronuncia tu nombre. No estaba curada de ti. Sería hipócrita decir lo contrario; sería mentir, esconderse de nuevo detrás del muro, ahí donde nada duele más de lo estrictamente necesario; pero como ya te dije, este se ha roto en mil añicos.
Una parte muy despierta de mi ser sigue buscándote en los lugares más inverosímiles. Parece mentira cuan fuerte puede llegar a ser nuestra esperanza simplemente por no aceptar que esto ya se ha terminado, que ya le hemos puesto un punto (final?). A veces me sorprendo a mi misma con el corazón aleteado, brincando como una niña pequeña a la que le acaban de regalar su primer peluche. A veces miro el retrovisor con la esperanza de encontrar tu casco. A veces al servir alguna copa pienso, ¿y si el siguiente eres tú? A veces me quedaría para siempre en esa espiral de fantasía, donde tu apareces y sin necesidad de mediar palabra nos miramos, nos vemos el alma y hablamos en silencio, dejando que los latidos griten todo aquello que callamos. Supongo que es normal. Lo extraño sería no sentir, no esperar, no querer; no voy a martirizarme por hacerlo. Pasará, como todo.
Si algo tengo claro es que si no vuelves nunca, jamás te marcharás. Jamás te irás lo suficientemente lejos como para obligarme a olvidar todo esta enseñanza. Sé que eres el proceso, el camino y no la meta. No se trata de una decisión unilateral, no es sólo un "yo quiero"; esta vez se trata de un acuerdo, tu decides volar y yo te doy cielo. Pero recuerda que aquí siempre tendrás un nido en el que descansar, aprender, despertar de la ignorancia emocional. Siempre tendrás un pequeño Katrina dispuesto a hacerte vibrar. No hace falta que si algún día vuelves sea para quedarte, ya dijimos que estábamos por encima de las banalidades eternas, ya dijimos que esto no era puramente etiqueta.
Sólo recuerda que tienes un nido, un hogar en el que ser esencia.
Primavera - Ludovido Einaudi
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