miércoles, 30 de mayo de 2018

Ahora ya he visto la realidad.

En algún lado leí: "Aquello que te hace muy feliz y a la vez te da un poco de miedo, es justo lo que necesitas". Luego, de casualidad me encontré con esta frase: "Hazlo. Y si tienes miedo, hazlo con miedo". Así que como el denominador común era el miedo, y yo siempre había sido una cobarde con armadura de acero me dije, "venga Marina, ¿Capaz o incapaz?. Y lo hice.

No mentiré, no sirvió de nada. Le abrí mi corazón, mis entrañas. Le hice conocedor de mis miedos más internos, esos que no cuentas a nadie; de mis cambios más estructurales y de mis sentimientos, dándole así una puerta de entrada a todo lo relacionado conmigo. En el poco tiempo que tuve intenté que viera de nuevo mi alma, los ojos en los que se había reflejado ya tantas veces, pero no mentiré, no sirvió de nada.

La sinceridad no siempre se premia con lo que deseas al instante. A veces lo hace con algo mejor: realidad. Despues de unos meses, unas cuantas charlas "improvisadas", algunos encuentros fortuitos y demás casualidades que aun no sé cómo explicar, he llegado a la conclusión que tanto miedo me daba admitir y reconocer: se acabó, ya no me quiere.

Ha sido doloroso cuanto menos, pero es real. Lo conozco lo suficiente como para saber que ya no se pone nervioso al verme, sus abrazos son vacíos y sus palabras indiferentes. Ya no apuesta por nosotros, su partida esta en otra mesa, lo cual es lícito. Cada jugador juega las cartas a su manera, y el dejó de barajar las mías hace tiempo. El problema es que yo estaba empeñada en no verlo y vivir eternamente de sus mensajes confusos.

Aun tengo muchas dudas y preguntas sin resolver. Tengo un montón de actos que me gustaría entender, pero lo cierto es que de nada me sirve la explicación si no le traen de vuelta a mi lado. Siempre me preguntaré si el día que me dijiste "te quiero, pero tengo miedo", fueron palabras sinceras o simplemente complacientes. Y en el caso de que fueran las primeras, me quedaré con la duda de si alimentas tus miedos con el mismo pienso que lo hacía yo.

Pero como ya le conté a mi diario: no hay herida que no sane, ni brote que no florezca. Me quedo con lo que fuimos y lo que pudo ser, aunque esta vez me pongo el chaleco antibalas, pues tus palabras aun me impactan con demasiada fuerza. Todo pasará y al final conseguiré lo que tu ya has hecho, clasificarme en el apartado de recuerdos, ahí donde todo es perfecto y nada duele.





DXNT.TRY - Capaz




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