Tenía 20 minutos de silencio para poder hablar conmigo, pero, para hablar de que? No quería torturarme más, no quería tener que sentir ese nudo de los zapatos en el cuello. Y es que sólo podía hablar conmigo de ti y de lo que ya no eres, por ti o por mi, esta vez ya no lo sabía.
20 minutos en los que me repetía que debía dejar de pensar, sólo nadar, olvidar la pregunta de esta mañana de ese filósofo, si así se lo podía llamar.
"¿Estás enamorada del pasado?", sí, eso me había preguntado, no se si a mí o tan solo había dejado sonar sus palabras en el aire, pero debía de preguntármelo a mí, ya que nadie estaba tan enamorada del pasado como yo, nadie.
Supongo que en 20 minutos he tenido el suficiente tiempo para estudiar sus palabras,
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