Ya no quería príncipes azules, no quería chicos que le prometieran la luna ni las estrellas, no quería alguien que le regalara miles de flores y una caja de bombones. Ella ya no buscaba un rato divertido, se había enamorado, sí, ella sabía que la palabra enamorar era una palabra muy grande, en todos los sentidos, pero ella lo sentía así. Ya no se resistía, era débil a todas sus caricias, sentía debilidad por sus labios y su mirada la alejaba del mundo. Ella se había vuelto adicta a los besos por el cuello, necesitaba su voz para poder hacer salir sus palabras. Odiaba los “te veo mañana” quería cambiarlos por un “¿esta noche volvemos a dormir juntos?”, le costaba dejarle ir.
Era tan grande y tan fuerte lo que sentía que le costaba expresarse, a veces le costaba empezar, no sabía que palabras eran las más adecuadas, cuales tenían un significado más parecido a lo que sentía y es que ya no encontraba palabras, sólo podía expresarse con hechos, con besos lentos para decirle que le quería, que le necesitaba, que dependía de él más de lo que él creía. Con esos besos quería decirle que ya no se imaginaba un mañana sin sus bromas, sin sus detalles, quería decirle que si él se iba ella marchaba con él.
Yo creo, que ella tan solo quiere decirle que no quiere que esto acabe, que el la esta marcando a fuego lento, esta dejando marca en su piel, esta gravando sus letras en su alma. Sin el, sin lo que le hace sentir ya no se ve con la misma sonrisa que alumbra hoy su rostro y es que no hay más, le quiere, yo se que ella le quiere, le quiere de tal forma que la palabra enamorada se queda corta!
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