Su sonrisa parecía uno de los tapices más limpios y conservados de la historia, no sabía porque, pero cuando sonreías a mi se me encogía el alma hasta tornarse pequeña, de la medida justa para que pudieras engullirla.
Tus palabras eran frías,
Se trataba de doler, de hacer daño, de ll(amarnos) de todas las palabras dichas y por haber; para que luego tu terciopelo se escurriera entre mis mejillas.
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