domingo, 27 de noviembre de 2011

Una tras otra y con el corazón sin un rasguño.

Ella ahogaba sus penas entre cigarrillo y cigarrillo mientras el se dedicaba a buscar nuevas sonrisas en el bar que hacía esquina.
El humo que salia de su boca hacía formas descaradas de los recuerdos que aun tenia en el corazón. No hablaba con nadie, salvo con las botellas que le prometían que sería capaz de olvidar con un poco de hielo y otro cigarro en la boca, manchándole los labios que un día habían sido besados por ese hombre de ojos claros que hacía diez minutos había cogido sus maletas y había salido por la puerta.
Las lagrimas caían desconsoladas sobre la almohada donde un día se habían prometido amor eterno, entre muchas otras promesas. 
El, con sus ojos claros bañados en glicerina, piensa en pedirle perdón, pero lo cierto es que no se arrepiente de lo que ha echo, seguiría mintiéndole si ella no se hubiera dado cuenta de la marca de pintalabios sobre su camisa blanca.
Se enciende otro cigarro y pide lo de cada viernes, un Licor43 con lima. Mira hacía la izquierda y visualiza a la próxima mujer a la que le va a partir el corazón en mil pedazos. 

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