viernes, 30 de diciembre de 2011

Llevarme el aroma de tu cuerpo en mi garganta.

El cielo se ha sucumbido a las sabanas de tu habitación, la luz del sol se ha apagado para nosotros esta tarde, las estrellas han iluminado el camino al éxtasis y tu, tu me has prestado las alas para rozar las copas de los arboles.
Es difícil describir tu sonrisa; puede que sea por la falta de luz o por la perdida total de mis sentidos. Era una sonrisa torcida, casi rota y allí, donde empezaba a resquebrajarse, se encontraba tu lengua que iba dejando, por allí por donde pasaba, un rocío sobre mi piel.
Me envolvían las ganas de crear un temporal de sudor sobre tus lienzos y, de no dejar que llegara la calma. Y me daba cuenta que necesitaba tu vello erizado enredado en las yemas de mis dedos, tu calor y tu saliva sobre la punta de mi areola.
Y no, no me imagino formando este ciclón de sensaciones con nadie más que no tenga unos ojos tan deslumbrantes a poca luz.

Y yo caería una y otra y otra vez.

Debería de haber sido consciente de esto, de saber donde se metía. Nadie le advirtió, nadie le dijo que esto la rompería frenéticamente en doscientos mil pedazos. Nadie le prometió que sería fácil, cierto, pero nadie le dijo lo contrario.
Decían que era perfecto, único, y de echo, no les faltaba razón, pero para mí, toda esa perfección se volvía efímera al darme la vuelta y no verte allí.
Nadie dijo que fuera fácil, nadie me explicó que, cuando le vería marchar se me formaría un big - bang en el interior, luchando mis ganas de dejarte ir con las de retenerte; y que ganarían las de dejarte ir, ya que jugaban con la distancia a su favor..

jueves, 29 de diciembre de 2011

Navidad

Sí, era navidad y debía ser perfecta. Su olor se respiraba en las calles, las luces caían por todos los balcones y, en casi todas las casas, se asomaban arboles repletos de bolas.
La felicidad se había vuelto algo que se podía envolver, y la gente, recibía esa felicidad con una enorme sonrisa.
Y de repente, tu y yo. Y no sabría como explicar esto, como explicar nuestra navidad, tan imperfecta en su perfección.. 
Se me encogía el alma al saber que me querías, al percibir tus dedos sobre mi piel, tu aliento sobre mi nuca..
Y me daba cuenta que yo estaba perdida sin ti, que no había navidad en tu ausencia y que, las luces, los paseos iluminados de la gran Barcelona, me parecían ridículos, si no me acompañabas en ellos.
Llevaba tiempo sin escribir, quizás, por que tampoco sabía que decir, o por que quizás, había demasiado que explicar. Aun así, aun que no escribiera pensaba miles de relatos para ti, para leerte o para que los leyeras en voz baja, mientras los analizabas.
Necesitaba volver a decirte que te quería, que te quería en aquel teatro donde vimos el principio del fin, o en mi cama, donde ya tenías un hueco echo a tu medida, al igual en mi corazón.
Y ya ves, estaba navidad estaba siendo perfecta, y lo mejor de todo, es que, no me daba miedo prometerte nada, de echo nunca me había dado miedo, sabía que podía con las promesas y que, nada me venía grande.
Un deseo para navidad? Quédate conmigo y deja que amanezca por mi espalda el sol que tu dibujas, ahógate  en las lágrimas de esa felicidad que ni tu ni yo envolvemos y, fundete; fundete conmigo y olvida que somos cuerpos distintos, deja que sólo lata un corazón, o dos, pero al unísono. Y por pedir, pido que el infinito se agote entre nuestros dedos.


Post scriptum: me encanto aplaudir a tu lado, te quiero.

martes, 20 de diciembre de 2011

Lo dijo Justin Mc. Leod.

Estaba sentada en frente de su ordenador, mirando la pantalla fijamente pero sin ver nada. Intentaba escribir pero apenas le salían las palabras. No se acordaba de las comas ni de la coherencia de las frases y mucho menos de lo que era respirar sin un nudo en la garganta. Y que me vas a contar, me dirás, lamentarse ya no servía de nada, y eso ella lo sabía bien. 
Hoy le dijeron que nunca debía prometer nada, que las cosas de un futuro no se pueden prometer, por que siempre se pueden quebrar, así, en dos meses, como en dos minutos. Nadie era futurologo aquí. Y ella, con los ojos rojos le contesto que, si no era capaz de prometer algo era por miedo a romperlo, y se sintió hueca, vacía, sola... De echo, llevaba unos días que se esperaba de todo, ya que ella no había dudado en no hacerlo. Tenía las mejillas frías y los ojos cansados, quizás de tener que estar abiertos o quizás de no poder dejar de estas humedecidos por la culpabilidad que le envolvía.
Ya ves, debía luchar, otra vez, de nuevo. Debía luchar con el polvo de las paredes derrumbadas de su luna entre los dedos, y eso la quemaba. Y que me vas a contar, me dirás, lamentarse ya no sirve de nada, y eso ella lo sabía bien..

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Horas, minutos y segundos...

Empecé a contar segundos,  a tachar días, empecé a no ser yo mismo, a cambiar mi yo, empecé a necesitar algo, como si de una dependencia extrema se tratase, empecé a echar de más, los kilómetros de distancia, que me hacían echarte de menos. 
Aprendí a perdonar, a comprender, aprendí realmente a depender, a confiar, aprendí a dejar de ser yo, para poder llegar a sentir lo mismo que , aprendí a apreciar todo tipo de momentos a tu lado, a no dejar pasar ni un instante, aprendí de todo lo magnífico de ésto, como del dolor que puede llegar a causar...
Empecé a aprender lo que realmente significaba querer, y  así, aprendí a empezar, a contar las horas, los minutos y los segundos que restaban para verte, mi amor.

23:38 pm

A veces, sin querer, me torno frágil, demasiado frágil. No me gusta, por que es como sujetar con fuerza un cristal, provocando así, que se rompa en mil pedazos.
Y es entonces, cuando sin querer también, se me escurre la voz entre los pasillos de esa casa pequeña donde un día comimos juntos. 
La calle se vuelve una atracción turística para el que necesita salir, para mí; y me pregunto una tras otra vez, cual ha sido el detonante esta vez, de la perdida de un te quiero. 



martes, 13 de diciembre de 2011

6 meses comparados con el para siempre que tenemos por delante, son susurros!

Que alguien posea cada centímetro cúbico de tu piel es algo muy fácil de decir, pero, llevado a la práctica, la cosa cambia, por eso, quizás, yo al principio decía que jamás iba a depender de nadie, pero ya ves, las cosas en poco tiempo pueden dar un giro inesperado de 180 grados.
Y mírame, por que ahora no me imagino ni por un instante que alguien que no fueras tu, creyera poseerme. Yo, he llegado a un punto de dependencia en que necesito escuchar tu voz cada día, sentirte cerca, aunque sea mediante letras; necesito tu sinceridad en todo momento, el roce de tu piel sobre mi espalda desnuda, y es cierto, ahora ya no me imagino dependiendo de alguien que no seas tú! 
Cuando te prometo un horizonte a mi lado, una crepúsculo eterno o una simple vida y dos eternidades juntos, no miento, ni dudo en lo que prometo. Se que prometo algo realmente grande, algo que se puede quebrar en una semana, pero, si luchas por lo que realmente quieres, si darías hasta la piel por alguien que te hace sonreír sin motivo alguno, dime tu, no ves esto motivo suficiente para prometer lo que realmente puedo darte?
Mi cielo, ni la distancia ni la oscuridad podrá con mi luz, con nuestra luz, ya que se, que a veces una palabra tan simple como un confía en mi puede hacer que alumbres todo el camino.

Post scriptum: Iba a terminar con un, estaré siempre aquí, en todos los momentos y en todas las circunstancias, pero sabes que? Que hoy me apetece terminar con algo tan pequeño, pero a la vez tan grande y lleno de sentimientos como un te amo. Un simple te amo! 

viernes, 9 de diciembre de 2011

A poca luz.

Y decidimos detener el tiempo entre mis medias tiradas en el suelo, a jugar a ahogar la distancia entre tu hebilla y mi pantalón. Y sí, frecuentaba más de lo que debía tus caderas y ya me sabía de memoria todos los puntos cardinales de tu espalda.
Era nuestra juego, a ver quien conseguía erizar antes el vello del otro, a ver quien era capaz de hacer estremecer con tan solo una caricia, a ver quien amaba más fuerte!
Y me daba cuenta que yo no podía vivir sin el contacto de tu piel en mi cintura, que me encantaba hacerte sonreír a poca luz, y si, estaba totalmente prendada de ti y sólo contigo llegaba a surcar el cielo entre mil mares de sabanas.

martes, 6 de diciembre de 2011

No me apetece hablar y sin enbargo me prendo de ti.

no me preguntes el por que pero no me apetece. Esclava de las horas ya no miro el reloj, prefiero no ver los días del calendario sin escuchar tu voz, y cuando puedo, tampoco quiero. El sentimiento de escuchar, de oir y no alcanzar es tan frustrante... a lo mejor la distancia influye más de lo que todos creemos.
Sólo espero que mañana escriba algo que me contradiga.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Push the stars!

Tu te empeñas en creer en la perfección mientras a mi me gusta la poca coherencia de mis actos. Buscas un esquema planificado de la tarde mientras yo me dejo llevar por lo que siento por dentro, mientras huelo tu perfume en el aire. 
Y me doy cuenta que no hay nada mejor que seguir los impulsos del corazón, que no hay nada mejor que hacerte ver que tenemos el mundo a nuestros pies, que podemos darle un giro de 180º a la estadística de duración. Que se me queda corto el infinito, quizás, por que ya he llegado a el contigo. 
Que no hay nada mejor que volar sin alas, que amar a alguien con toda tu alma, que decir para siempre...

sábado, 3 de diciembre de 2011

Sumar los días para luego restarlos!

Sumaba los días que se comía la distancia para luego restarlos y hacerle ver a la nostalgia que, en comparación, había estado más tiempo presa de sus labios que recordando sus ojos.
Ojalá hubiera podido contar las horas para ver su sonrisa o simplemente para escuchar su voz; pero los días se acumulaban como granitos de arena en un cubo.
Le echaba de menos, otra vez, y se que debería de estar acostumbrada pero, cuando te sabes perfectamente la posición de los lunares sobre su piel, cuando sin ningún problema podrías contar, con los ojos cerrados, los pliegues de sus labios, cuando tu corazón bombea a contratiempo; es casi imposible acostumbrarse a esta melancolía.
Dices que quieres verme sonreír pero para eso debes estar a mi lado, meter en una cajita todas las horas muertas que nos impiden rozarnos y tirar la llave al mar. 
Post scriptum: hoy es uno de esos días que me apetecía escribir, no sabes cuanto, pero tu ausencia  me priva de ello. Fíjate si dependo de ti, que hasta mis letras se atascan por las yemas de mis dedos si no siento tu aliento en mi nuca.
Sabes? Odio que me rompan los esquemas, pero, lo odio más si en alguno de ellos aparecías tu. 
Y ahora que estas removiendo cajas, me gustaría que me trajeras unos taquitos de queso por 4,90.
 Te quiero  cielo, te quiero.