martes, 20 de diciembre de 2011

Lo dijo Justin Mc. Leod.

Estaba sentada en frente de su ordenador, mirando la pantalla fijamente pero sin ver nada. Intentaba escribir pero apenas le salían las palabras. No se acordaba de las comas ni de la coherencia de las frases y mucho menos de lo que era respirar sin un nudo en la garganta. Y que me vas a contar, me dirás, lamentarse ya no servía de nada, y eso ella lo sabía bien. 
Hoy le dijeron que nunca debía prometer nada, que las cosas de un futuro no se pueden prometer, por que siempre se pueden quebrar, así, en dos meses, como en dos minutos. Nadie era futurologo aquí. Y ella, con los ojos rojos le contesto que, si no era capaz de prometer algo era por miedo a romperlo, y se sintió hueca, vacía, sola... De echo, llevaba unos días que se esperaba de todo, ya que ella no había dudado en no hacerlo. Tenía las mejillas frías y los ojos cansados, quizás de tener que estar abiertos o quizás de no poder dejar de estas humedecidos por la culpabilidad que le envolvía.
Ya ves, debía luchar, otra vez, de nuevo. Debía luchar con el polvo de las paredes derrumbadas de su luna entre los dedos, y eso la quemaba. Y que me vas a contar, me dirás, lamentarse ya no sirve de nada, y eso ella lo sabía bien..

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