Decían que era perfecto, único, y de echo, no les faltaba razón, pero para mí, toda esa perfección se volvía efímera al darme la vuelta y no verte allí.
Nadie dijo que fuera fácil, nadie me explicó que, cuando le vería marchar se me formaría un big - bang en el interior, luchando mis ganas de dejarte ir con las de retenerte; y que ganarían las de dejarte ir, ya que jugaban con la
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