jueves, 5 de julio de 2018

Aprendí de los buenos lo bueno, de los malos lo malo.

Eso era, tormenta. Un montón de gotas cayendo violentamente contra el suelo, chocando contra el pavimento, como tus caderas, rompiendo el cemento, provocando inundaciones. La fuerza de soltar todo aquello que me había asustado durante tanto tiempo. El asiento trasero del coche o el capó. Era toda la lealtad a Afrodita y la huida extrema del compromiso mientras tus dedos se clavaban en mis nalgas. Serían tus armas, tus esposas o el disfraz de policía que vestía divertida mientras mordía todas tus puntas. Todas las esquinas que me permitían clavarme con furia al deseo. Las llamadas a las 3:30 de la mañana, o los mensajes donde simplemente firmábamos con un "ahora, ya veremos dónde". Locura, eso era. 

domingo, 10 de junio de 2018

Do I Wanna Know?

Era extraño. Había días que no podía sacarte de mi mente, te pensaba constante, te sentía presente, como aquel tatuaje que no ves pero sabes que está en algún lugar escondido de tu piel. Había días que me dolías, me hacías agonizar y deshacerme en materia impalpable y fría. Sin embargo, había noches en las que los mordiscos en la nuca ya no me recordaban a tus labios, tu nombre se confundía entre los de tantos otros y tu recuerdo parecía lejano, difuso e intermitente. Era extraño. A veces me sentía culpable por descubrirme a mi misma pasando página, me latigaba las entrañas ver que tus mensajes ya no me despertaban ese fervor febril y, en cierto modo, sentía como si algo dentro de mi quedara en pausa, esperando que quizás algún día alguno de los dos tuviera el valor de reactivarlo.

Los días pasaban tranquilos. Me había dejado querer todo lo que tu no lo habías hecho estos meses. Había aprendido el valor de un polvo sin amor, y del amor sin polvos mágicos. Era extraño porque fluía, porque me sentía entera aunque ya no me completaras. Sin embargo algunas noches notaba el cañón de tu pistola en mis labios, recordándome porqué tú, porqué no otro. La soga demasiado cerca, el recuerdo pegado a todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo, haciéndome testigo de cuanto te echaba de menos. Y de repente, a la mañana siguiente, silencio. 

Y yo me pregunto, ¿se puede querer sin querer a alguien?, ¿se puede dejar de querer a alguien y de repente acordarte que a lo mejor aun lo haces un poco? Por primera vez en mucho tiempo soy capaz de abrazar esta contradicción, fundirme en ella y sentirme igual de bien cuando te pienso, cuando te olvido, cuando te siento y cuando tengo que esforzarme en recordarte.  

miércoles, 30 de mayo de 2018

Ahora ya he visto la realidad.

En algún lado leí: "Aquello que te hace muy feliz y a la vez te da un poco de miedo, es justo lo que necesitas". Luego, de casualidad me encontré con esta frase: "Hazlo. Y si tienes miedo, hazlo con miedo". Así que como el denominador común era el miedo, y yo siempre había sido una cobarde con armadura de acero me dije, "venga Marina, ¿Capaz o incapaz?. Y lo hice.

No mentiré, no sirvió de nada. Le abrí mi corazón, mis entrañas. Le hice conocedor de mis miedos más internos, esos que no cuentas a nadie; de mis cambios más estructurales y de mis sentimientos, dándole así una puerta de entrada a todo lo relacionado conmigo. En el poco tiempo que tuve intenté que viera de nuevo mi alma, los ojos en los que se había reflejado ya tantas veces, pero no mentiré, no sirvió de nada.

La sinceridad no siempre se premia con lo que deseas al instante. A veces lo hace con algo mejor: realidad. Despues de unos meses, unas cuantas charlas "improvisadas", algunos encuentros fortuitos y demás casualidades que aun no sé cómo explicar, he llegado a la conclusión que tanto miedo me daba admitir y reconocer: se acabó, ya no me quiere.

Ha sido doloroso cuanto menos, pero es real. Lo conozco lo suficiente como para saber que ya no se pone nervioso al verme, sus abrazos son vacíos y sus palabras indiferentes. Ya no apuesta por nosotros, su partida esta en otra mesa, lo cual es lícito. Cada jugador juega las cartas a su manera, y el dejó de barajar las mías hace tiempo. El problema es que yo estaba empeñada en no verlo y vivir eternamente de sus mensajes confusos.

Aun tengo muchas dudas y preguntas sin resolver. Tengo un montón de actos que me gustaría entender, pero lo cierto es que de nada me sirve la explicación si no le traen de vuelta a mi lado. Siempre me preguntaré si el día que me dijiste "te quiero, pero tengo miedo", fueron palabras sinceras o simplemente complacientes. Y en el caso de que fueran las primeras, me quedaré con la duda de si alimentas tus miedos con el mismo pienso que lo hacía yo.

Pero como ya le conté a mi diario: no hay herida que no sane, ni brote que no florezca. Me quedo con lo que fuimos y lo que pudo ser, aunque esta vez me pongo el chaleco antibalas, pues tus palabras aun me impactan con demasiada fuerza. Todo pasará y al final conseguiré lo que tu ya has hecho, clasificarme en el apartado de recuerdos, ahí donde todo es perfecto y nada duele.





DXNT.TRY - Capaz




domingo, 27 de mayo de 2018

27.05

Querido diario,

acabo de ver que la última vez que me escribí fue un 27 de marzo. ¿Qué tendrán los 27 y cómo he podido tardar más de un año en volverte a ponerme al día de mi? Suerte que siempre me perdonas.

Como ya habrás visto estos últimos meses las cosas han sido extrañas. Todos los esquemas que tenía sobre la vida, las maneras de hacer y deshacer, los valores que clamaba y tenía como estandarte, se han derruido y me han dejado desnuda y expuesta a una realidad que aun no conocía. Tengo que reconocerte que al principio me vino grande, me asuste muchísimo, más que cuando veo películas de miedo y espíritus. Me sentía débil, perdida, inútil y me obligué a hacer aquello a lo que siempre le temí, pedir ayuda a los demás; reconocer que las cosas se habían escapado de mi control y que ya no dependía de mi. Tú que me conoces sabrás lo duro que fue sentir que el 70% de mi ser estaba formado de todo aquello que había considerado un "defecto" (y lo pongo entre comillas para realzar la estupidez del calificativo).

Pasé muchos días torturándome. Empezar a entender mis raíces me llevó directa a escarbar sobre mis miedos más primitivos, aquellos que siempre acunas y meces para mantenerlos dormidos y tranquilos, para que no despierten, para que no vivan ni acampen en tu sien. Pues verás, mis mecanismos de defensa son tan sumamente listos que no sólo les cantaban nanas para que siguieran dormidos y en silencio, sino que les había construido un muralla enorme para que nadie los molestara. Verla fue increíble. Increíblemente doloroso, obviamente. Ver que había alimentado con el mejor ganado aquello que debe afrontarse, matificarse y pulirse fue la primera prueba de que yo, igual que todos alguna vez, también había sucumbido al miedo. Y no sólo eso, sino que me había sentido muy a gusto durante mucho tiempo entre esas paredes robustas y cuarteantes.

La culpa me invadió de golpe. Cayó sobre mi de la manera más brusca posible, noté como me rompía el alma en añicos y luego pisaba los trozos para recordarme que había ido tarde. Mil preguntas pasaban por mi cabeza: ¿Si lo hubiera visto antes la relación con mi padre sería mejor?, ¿Si hubiera admitido que necesitaba amor la pareja de aquel momento seguiría ahora conmigo?, ¿Si no hubiera sido tan exigente conmigo hubiera podido ser más flexible con todo aquello que me rodeaba?, ¿Si hubiera visto antes que la perfección, el control y la razón no eran condición sine qua non para ser una persona feliz, orgullosa de si misma y fuerte; hubiera podido tomar las riendas y cambiar?... Muchas preguntas sin respuesta. Y tú que ya sabes que soy impaciente y que la incertidumbre me ahoga, podrás entender la ansiedad, el insomnio, las lágrimas y los sudores fríos que recorrían mi espalda cada vez que la culpa se movía dentro de mi, como un feto que al patalear la barriga le recuerda a la madre que sigue ahí y que no tiene intención de marcharse hasta el último de los momentos.

No sé que fue. Bueno, claro que lo sé, no voy a ponerme misteriosa. Fue la ayuda, el amor de mis amigos, los abrazos de mi hermano, compartir cama con mi madre mientras (esta vez ella) me cantaba para dormirme los sollozos. Fueron las charlas de más de dos horas con Estefanía y la repetición de estas delante del espejo. Fue empezar a llenarme, poco a poco, de cosas que me hacían feliz. Cosas simples a las que hasta ahora no había dado importancia: tomarme un café con mi mejor amiga, coquetear con alguien, abrazar (creo que es lo que más he aprendido), confiar en mis amigos, dejarme llevar, delegar responsabilidades, sucumbir al azar, retomar la guitarra y perfeccionar mi voz, decir que el año que viene no quiero hacer un máster, pedir perdón (si si, lo que oyes, yo Marina Urgelés pidiendo perdón y sintiéndose feliz y orgullosa por ello). Ver una serie que me gusta, abrirme en canal a mi ex pareja y reconocerle que le seguía queriendo, reírme con una risa agónica de las cosas más absurdas sin importarme lo que pensaran. Que ese es otro tema en el que estoy trabajando: banalizar las opiniones, los comentarios, los pensamientos de aquellas personas que realmente no son importantes en mi vida. Ya sé que es lógico, lo sé, pero mira, a veces necesitas un golpe duro para darte cuenta de que es lo qué quieres, lo que no importa, lo que no debes.

Lo que quiero decirte es que dejé de chapotear en aquellas cosas que no podía cambiar y empecé a esforzarme casi sin esfuerzo, a mejorar en aquello que de mi dependía y fluir con aquello que venía determinado. ¿Cómo no me avisaste antes que me iba a gustar tanto si lo probaba? Empece a darme cuenta que ya no era la misma persona, estaba mudando la piel, los sueños. Las alas me estaban creciendo y aunque aun no me permitían alcanzar mucha altura, poder flotar me llenaba de paz. La persona que había encontrado el laberinto no era la misma que lo había resuelto. Mis rincones más oscuros habían quedado al descubierto, bañados por una luz cegadora y ¿sabes que he descubierto? Que la luz no tiene sombras.

No sé porque ha sido ahora, en estos últimos meses. No sé si podría haber sido antes. Lo que sé es que está pasando y no puedo sentirme más feliz por ello. El objetivo, la meta final son importantes, sí, pero no más que el recorrido, el proceso. Ahora sé en qué he fallado conmigo, qué no volver a hacer y qué hacer de vez en cuando para darle un poco de chispa a la rutina. Ahora me veo entera, veo los recovecos de mi ser que nunca antes habían sido expuesto, veo a mi oscuro pasajero, veo los demonios de mi alma y les enseño cómo convivir con la inocencia, el amor y el perdón incondicional. No soy perfecta, no quiero serlo, soy un montón de cabos sueltos pero también muchos nudos amarrados con razón. Soy una mezcla de adjetivos y palabras escandalosas que envenenarían la lengua a cualquiera. Soy todo esto que conozco y lo que aun me queda por descubrir. Y estoy agradecida de ver al fin.

No sé como terminar esta entrada. Siento que tenía muchas cosas que contart(m)e y no sé si me he explicado bien (culpa mía por tardar tanto en escribirte, lo sé). Siento que no puedo resumir en estas palabras todo lo que he aprendido y descubierto. Siento que alguien que no conozco me ha dado una segunda oportunidad, el anhelo de reencontrarme con mi parte más humana y más real; y aquí estoy, rendida a ella. No sé muy bien cual es mi destino, pero el camino me está gustando mucho, aunque a veces las piedras sean tozudas, duras y cortantes; no hay herida que no sane, ni brote que no florezca. 




Prometo escribirte más a menudo. Pero sobre todo prometo escribirte de progreso, evolución, del final de los miedos, de como mueren las incertidumbres y gana el amor. Prometo no dejar de reflejarme ni un segundo en esta realidad, prometo seguir extendiendo la mano para que alguien me agarre, prometo ser feliz con todo aquello que me da vida y me hace mejor persona. Y sobre todo, sobre todo prometo que nunca jamás amansaré mis miedos, aprenderé de ellos y me haré su aliada, porque pretender vivir sin ellos es igual de cobarde que cantarles al oído.



Hasta otra pequeña. Sigue siendo grande.


Nessun dorma 
















sábado, 19 de mayo de 2018

Mi casa, mis cuadros.

Recibir respuesta a mis plegarias había sido duro, un choque de sensaciones y sentimientos que me había dejado lo suficientemente desvalida para llorar durante dos días y levantarme al tercero para decir "no más; no de este modo". Así pues, teniendo en cuenta que esta es mi casa, que tenía una habitación llena de cuadros para colgar y demasiadas paredes vacías, nada me impedía ordenar los pensamientos y plasmarlos una vez más, sobre este lienzo que narraba de alguna manera extraña, la historia de dos personas que estaban sin ser.

De su comentario extraía tres ideas:
1. Creía que le había cambiado ("di que cambiaste al chico del cual te enamoraste").
2. Creía que no le quería ("y ahora ya no lo quieres").
3. Creía que sólo le querría si fuera el de antes ("quiere el mismo juguete nuevo y reluciente").
Meses atrás le hubiera tachado de insensato, osado y estúpido; sin embargo ahora podría mirarle fijamente a sus pupilas y explicarle porque estaba tan de acuerdo con lo primero, tan en contra de lo segundo y dubitativa en lo último.

Sí, te doy la razón. Te he cambiado, no me eximo de culpa ni de responsabilidad, no me escondo, pues estoy pletórica por ello. Las relaciones son eso, la posibilidad de cambiar, evolucionar, progresar y todos los sinónimos que encuentres para denominar mejoría. Estoy feliz de haber provocado algo en ti. Quizás las formas no fuero las correctas, quizás tampoco era el momento; pero aun no tenía herramientas ni armas para hacerlo distinto. Además, tu también has hecho que yo no sea igual. Ambos nos hemos dado la oportunidad de ser mejor, de ser diferentes, de conocer nuestros límites y nuestro margen de error. Nos hemos hecho, construido, edificado. Hemos creado bases con materiales baratos, destructibles y poco sólidos; por eso siempre caemos desplomados, por eso siempre intentamos cambiar algún ingrediente de la mezcla inicial, sin darnos cuenta que ya no estamos en el inicio, si no en el proceso. Pero sí, te doy la razón. Te he cambiado. Me has cambiado. Hemos crecido, y aunque a veces lo hemos hecho demasiado rápido, no cambiaría por nada del mundo todos estas idas y venidas, todos los huesos soldados a medias ni la estructura deficiente de nuestra enseñanza por inercia, quietud o algo parecido a un lago estancado donde todo se conserva igual, donde nada brota ni florece.

Después de leerte (pocas veces lo hago, pocas veces me dejas, y cuanto me gusta), había caído en que era obvio que siguieras pensando lo mismo, si aun no te había contado nada nuevo. Siempre esperaba la ocasión perfecta, el momento para mirarte y soltarlo, así sin más. Supongo que quería tenerte delante y notar tus manos siempre calientes en mi mejilla, recogiéndome las lágrimas que correrían libres al abrir por fin mi corazón ante ti. Ahora entiendo que no hay momento perfecto, que todo tiene magia si es que aun existe, y que las palabras llegaran directas donde tengan su destino, sea del modo que sea. Así pues, déjame explicarte.

Siempre te dije que no, mi consciencia no dormía recordándome que no debía dejarme llevar más de la cuenta si no quería sufrir; aunque yo en aquel momento aun no sabía lo que era eso. Siempre tenía miedo. Miedo a que no fuera bien, miedo a hacerlo igual que siempre, miedo a no merecer, miedo a terminar. Todo lo acompañaba del miedo, y justamente esto me frenaba. En aquellos momentos necesitaba verte intacto, fuerte, dentro de la caja donde viene el juguete nuevo, empapelado y reluciente; y aun sin saber por qué, sólo sabía que no podía permitirme nada menos perfecto. Después de bucear en mi, mis bases, mis sentimientos, mi vida contigo y sin ti; he descubierto que si te necesitaba robusto, implacable e indestructible era porque yo estaba rota, quebrada y sin fuerzas.

Me conoces lo suficiente como para saber lo duro que ha podido ser para mi descubrir que estaba perdida en una coraza de fuerza, sorbería y poca razón. Sé que reconocerías el ruido que hizo mi corazón al descubrirse a él mismo escondido, pequeño y asustado. Pero así fue, entenderme, verme pequeña, indefensa y lloriqueando fue la única manera de verme humana, real, imperfecta y feliz. Vi mis cicatrices, las heridas supurantes y las suturas mal cosidas. Me miré al espejo y entre tanto caos empecé a reconocerme, a encontrarme, a entenderme y a quererme de una manera agónica y  necesaria. Estarás pensando ¿y a que viene todo esto?, pues verás, viene a que ahora que me he notado las alas desplumadas, torcidas pero no por eso menos fuertes ni vivas, no pretendo encontrarte en una caja nueva, perfecta y llena; sino entender tus lágrimas, tus vacíos, tus maneras de cicatrizar; no somos tan distintos al fin y al cabo.

Ahora he entendido que no puedo exigirte que estés entero, intacto, perfecto y sano; no puedo esperar de ti estabilidad siempre, calma y flexibilidad; porque yo no soy perfecta, tengo muchas heridas y cicatrices que contar, pero no por ello menos ganas de luchar. Ya he entendido que una derrota no es perder y que ganar no siempre es obtener. Ojalá pudieras dormir una noche en mi corazón, estoy segura que te enamorarías de mi otra vez sin pensarlo, ojalá pudieras ver mi alma y entender que mis cicatrices buscan las tuyas para florecer. Y que te quiero así, roto, imperfecto, herido y desconsolado; porque tu me tendrás que querer del mismo modo.

Así pues, llegados a este punto creo que no es necesario que te explique porqué estoy en total desacuerdo con el punto dos, ¿verdad?













Procuro olvidarte - Aitana

Escribir(te), publicar, dejar mis sentimientos por escrito había sido siempre el modo, nuestro modo de conocer exactamente en qué punto nos encontrábamos, el canal de comunicación cuando el silencio se alargaba más de la cuenta. Esto era simplemente permanencia, la manera de plasmar que algo no había terminado, al menos no de manera definitiva. El modo de recordarnos que uno de cada tres latidos iba destinado al otro, y que parte de nuestra sangre fluía para bombear todo aquel amor que teníamos aun guardado para regalarnos. Colgar los cuadros, las letras, las canciones, era sólo la punta el iceberg, dime porque sino estás aquí, qué esperas leer, qué quieres sentir; ¿acaso quieres sentir de nuevo, estas dispuesto a darme la mano, te atreves a decir V? 



lunes, 7 de mayo de 2018

El mentiroso y su joya.

Mentiste. Otra vez.
¿Cómo tuviste la sangre fría de decir que algo te ponía celoso (dándome así esperanzas de que a lo mejor algo se te removía) cuando tu ya tenías otra cama en la que dormir? ¿Qué te da derecho a decirme que me quieres cuando ya besas otros labios? ¿En qué momento pensaste que sería buena idea decir que sí, que creías en nosotros, en un futuro, pero más adelante; cuando tienes una persona a tú lado?
Mentiste. Otra vez. Y no es justo.

Ayer odié tener contactos. Conocer a gente que conoce a la persona con la que te hablas, con la que compartes sábana. Sentí una bofetada de realidad en mis dos mejillas y créeme, me dejó al rojo vivo todas sus huellas dactilares. Aunque lo peor de eso no fue confirmar que ya tenías otras piernas en las que encajarte, de eso ya tenía sospechas, entraba en el trato de la libertad y estaba dispuesta a no martirizarme por ello. Lo realmente duro fue saber que era ella, la misma que ya había sido, esa que tú decías que "bueno, si, me llevo muy bien con ella, es buena chica, pero sé que no soy feliz al 100%". La misma que ya no tenía cabida en tu vida durante el verano pasado. Ya. ¿En serio pretendes que me crea que la dejaste a un lado? ¿En serio esperas que no sospeche que, en realidad todo el tiempo que pasamos juntos ella permaneció, a la espera y en silencio?

No te creo. No tengo motivos para hacerlo. 
Has vuelto al mismo sitio donde te dejé, en esa "paz emocional" que tanto criticabas hacía unos meses. Has vuelto  a lo fácil, a confundir amor con indolente, inmóvil, pasivo. Has apostado por no crecer, no evolucionar, no sentirte lleno en todos los ámbitos. Has escogido retomar una mentira. Y no te juzgo, tienes todo el derecho a hacerlo; pero del mismo modo que decides ser un cobarde infeliz el resto de tus días, te exijo que no me confundas, no me digas que me quieres, que quieres estar a mi lado cuando ese sitio ya está ocupado. No juegues con tus palabras y mis sentimientos, no me dejes la puerta medio abierta cuando tienes a alguien que la ha cerrado ya. No seas cobarde. No soy tu bala en la recamara, la segunda opción por si el plan A no sale como esperabas. No soy el huracán que va a solucionarte la vida, pues tu has decidido formar parte de un mar inerte.

Si fuera otra persona, una cara nueva, unos labios que desprenden novedad lo entendería; ¿quién de los dos no ha querido arriesgar por aquello que no conoce?. Pero ella, a la que según tú decías te quiero por que tocaba, la que no te llenaba al 100%, la que había saltado en tantas camas que ni si quiera la suya la reconocía. Genial. Mentiroso. Cobarde. Manipulador e insensible. ¿Tan difícil era decirme que estabas con alguien? No, era mejor dejar un poco de luz en esta oscuridad. Pues se acabó, se acabó. No es justo y lo sabes. 

Y lo que peor llevo es que en el fondo te entiendo. Entiendo que quieras no sufrir, no sentirte sólo. Sé por todo lo que has pasado, las heridas que acarrea tú corazón. Sé cuales son tus flaquezas, tu talón de Aquiles y el momento justo en el que necesitas un abrazo. Conozco los recovecos de tú alma, tú esencia y por ese motivo no puedo enfadarme... Estoy enfadada con tu cobardía, con tus palabras complacientes; sabes que no las quería, no las necesitaba. Hubiera preferido mil veces un "no te quiero", "estoy conociendo a otra persona", que no este juego de margaritas donde en un pétalo me quieres, en otro a lo mejor lo haces en un futuro y en el último te sientes celoso de algo que te pertenece. Yo jamás jugué con tu incertidumbre y exijo el mismo trato. 

Hasta ayer pensé que jugaba una partida de ajedrez contra ti, donde me habías dejado en jaque. Ahora veo que no eres tu el obstáculo sino tu cobardía, tu preferencia por la conformidad, tus pocas ganas de apostar por el riesgo, por la plenitud. Duele saber que estás a gusto en tu ignorancia emocional, que no quieres salir de ella por miedo al dolor. Claro que duele, ¿qué te crees? ¿Crees que es fácil salir al mundo sin coraza, expuesto? Pues no. Pero eso es el amor. La garantía de que no todo saldrá como esperas y luchar por el término medio. Lo tuyo es el camino fácil, la huida del problema que sólo termina por aumentarlo (me recuerdas tanto a mi hace unos meses..). Has decidido vivir detrás del muro sin dolor,  aunque el precio a pagar sea una felicidad basada en la inercia.

Me duele ver que la persona de la que estaba enamorada ya no existe, se ha difuminado y desvanecido; ya no corre por el filo, de hecho ya no corre. Se limita a caminar con bastón. 











Me siento traicionada. Has jugado con tus palabras sabiendo cómo todas y cada una de ellas podían alentar mi corazón. Me siento engañada. Pues no puedes guardarme un sitio a tu lado cuando al girarte ya ves otros ojos. Me siento confundida, porque en el fondo te entiendo y conozco tus cicatrices, y eso lo perdona todo. Pero también me siento profundamente decepcionada al ver que tu cobardía te impide crecer, evolucionar y cambiar como persona. Estaba enamorada de un chico que no se conformaba. 

De cobardes no hay nada escrito en la historia. ¿Recuerdas?

domingo, 6 de mayo de 2018

Libertad (n). La forma más pura de amor.

Claro que te echaba de menos. Dejarte ir había sido con diferencia la decisión más dura hasta el momento. La idea de no saber si volverás, las no garantías de volverte a ver me siguen estremeciendo el alma, me ahogan cada madrugada y me aturden cada vez que alguien pronuncia tu nombre. No estaba curada de ti. Sería hipócrita decir lo contrario; sería mentir, esconderse de nuevo detrás del muro, ahí donde nada duele más de lo estrictamente necesario; pero como ya te dije, este se ha roto en mil añicos.

Una parte muy despierta de mi ser sigue buscándote en los lugares más inverosímiles. Parece mentira cuan fuerte puede llegar a ser nuestra esperanza simplemente por no aceptar que esto ya se ha terminado, que ya le hemos puesto un punto (final?). A veces me sorprendo a mi misma con el corazón aleteado, brincando como una niña pequeña a la que le acaban de regalar su primer peluche. A veces miro el retrovisor con la esperanza de encontrar tu casco. A veces al servir alguna copa pienso, ¿y si el siguiente eres tú? A veces me quedaría para siempre en esa espiral de fantasía, donde tu apareces y sin necesidad de mediar palabra nos miramos, nos vemos el alma y hablamos en silencio, dejando que los latidos griten todo aquello que callamos. Supongo que es normal. Lo extraño sería no sentir, no esperar, no querer; no voy a martirizarme por hacerlo. Pasará, como todo.

Si algo tengo claro es que si no vuelves nunca, jamás te marcharás. Jamás te irás lo suficientemente lejos como para obligarme a olvidar todo esta enseñanza. Sé que eres el proceso, el camino y no la meta. No se trata de una decisión unilateral, no es sólo un "yo quiero"; esta vez se trata de un acuerdo, tu decides volar y yo te doy cielo. Pero recuerda que aquí siempre tendrás un nido en el que descansar, aprender, despertar de la ignorancia emocional. Siempre tendrás un pequeño Katrina dispuesto a hacerte vibrar. No hace falta que si algún día vuelves sea para quedarte, ya dijimos que estábamos por encima de las banalidades eternas, ya dijimos que esto no era puramente etiqueta.

Sólo recuerda que tienes un nido, un hogar en el que ser esencia.
Primavera - Ludovido Einaudi









sábado, 28 de abril de 2018

Saps que em fas mal, ets com la sal.

Necesitaba salir de casa, alejarme de estas cuatro paredes donde todo me recuerda a ti. Así que me he calzado mis deportivas y he huido de tu recuerdo. Sin embargo, y a pesar de haber tomado la dirección contraria a tu casa, he terminado enfrente de ella. Me he sentado durante más de una hora en tu acera y he llorado todas las reservas de lágrimas del día.

Mi cerebro y mi corazón han estado debatiendo demasiado rato sobre si debía o no picar tu timbre. Pero al final la cordura y el miedo a perderte (aunque sé que ya lo he hecho) han ganado. ¿Qué iba a decirte? "Hola, por favor vuelve. Todo es una mierda desde que no estás. Te necesito. Eres la pieza que me completa. Lucha por nosotros, por favor". Sería incapaz de decir más de tres palabras seguidas sin llorar. Me he sentido patética,  estúpida y abandonada. Como una niña que espera llegar a algún sitio, aunque sabe que las puertas están cerradas.

Sé que sonará a locura, pero estar sentada ahí, en el frío de tu asfalto me ha hecho sentirme más cerca de ti. Es estúpido, lo sé. Ni siquiera sabía si estabas en casa, pero imaginar que podías aparecer, que podías abrir la puerta por casualidad... Me alimentaba y destruía a la misma vez.

Luego he andado hasta ese pequeño rincón en la montaña al que ibas cuando tu mundo se desmoronaba, aquel al que fuimos con tu moto. Me he sentado y con los brazos rodeando las rodillas, he rezado a quien me escuchara entre lágrimas y sollozos que dieras una señal, lo que fuera. Me he vuelto a sentir imbécil, asustada y perdida.

Siento que te has llevado la parte de mí que me hacía ver los colores más brillantes,  escuchar los acordes más suaves del viento y tuviera ganas de romperme entre risas. Hace ya un mes que el tiempo pasa lento, angustioso y quebradizo. Cada día es una herida nueva, un aumento en la escala de dolor.. Es horrible, y yo solo te necesito a ti.





Te echo mucho de menos..
Por favor vuelve...





martes, 24 de abril de 2018

Aunque no me veas, seguiré a tu lado SIEMPRE.

No me alejo por ti, de hecho si sólo de mi dependiera estaría a pie de cañón, ante cualquier tempestad, sin chubasquero ni botas de agua. Cuando te digo que he vencido mis barreras no te miento, de verdad.

El problema es que desde hace ya tres semanas tengo una media de un ataque de ansiedad cada dos días, duermo tres horas por noche y te pienso las 21 restantes. Ojalá exagerara, ojalá no fuera cierto, pero he dejado de tener control sobre mi cuerpo cuando se trata de ti, de nosotros. La incertidumbre de tus sentimientos hacia mi hace que me levante cada mañana con un nudo en la garganta, coma demasiado poco y me cueste respirar, incluso al hablar. Sólo me siento mejor al llorar o al hablar contigo, y ya que esto último no parece ser factible, sólo me queda llorar.

Sé que me entiendes, por eso una parte de mi no se hace a la idea de porqué no te arriesgas, aunque sea sólo un día. Otra parte de mi ser esta muy enfadada, y si te tuviera delante te abofetearía la mejilla para que te dieras cuenta de que esto es real, de que no te miento. Pero luego tengo una parte demasiado grande que te ama incondicionalmente y se derretiría en menos de un segundo si le dijeras "V". Tengo un caos de sentimientos, pero no pretendo esconderlos. Me he dado cuenta que no sirve de nada intentar controlarlos. Ojalá me dejaras mostrártelos, ojalá te dejaras sentirlos.


Te quiero. Muchísimo. Más de lo que nunca he podido reconocer, pero esto se esta llevando mi salud. Suena dramático, lo sé. Ojalá no fuera cierto, así tendría más fuerzas para luchar por nosotros, pero si no me hago a un lado voy a perderme a mi tambien.

Te querré muchísimo, siempre. Y aunque no me gusta que suene a despedida, aunque me gustaría que esto sólo fuera un espacio en el tiempo de nuestro infinito; se que lo mejor es guardar ese 0'5% de esperanzas del que te he hablado antes, por si vuelves, hacerlo crecer juntos hasta romper el límite de los porcentages.

Eres la persona más especial que conozco, espero que vuelvas a ser "mi" persona especial algun día.




Eternamente tuya;
Marina.






lunes, 23 de abril de 2018

Y que el próximo 23 de abril pueda explicar el beso de ambos.

Querido Sant Jordi,

Debe ser muy duro año tras año luchar contra el mismo dragón, por una princesa que nunca termina de bajar de su torre alta y ruda de marfil. No quiero imaginarme lo cansado que tiene que ser saber que vas a perder y salir con heridas de tercer grado y aun así, ir listo para luchar. Así que hoy, si te apetece y me das el placer, quiero explicarte la historia de un modo distinto. Había una vez, una princesa con un corazón muy grande, pero con unas inseguridades muy arraigadas y unos muros muy bien construidos. Vivía en una torre muuuuuy alta, rodeada de alambre y custodiada por un terrible dragón. Muchos caballeros intentaron trepar por ella para rescatar a la dulce princesa, pero pocos llegaban hasta arriba, y los que lo hacían, no ganaban la partida contra esa enorme criatura enfurecida.

Sin embargo, un día apareció un caballero que rompió con todo lo anterior. Subió sin armadura por la larga torre, y venció al dragón y a toda su furia. Cuando fue a buscar a la princesa, esta se asustó. No quería bajar de la torre, pues nunca antes había vivido fuera de esos muros, ahí donde podían hacerle daño. Nunca antes había dejado su cuidado a cargo de nadie, y jamás de los jamases había vivido sin su dragón. En efecto, el dragón del que todo el mundo se escondía, había terminado convirtiéndose en su amigo. Al fin y al cabo, cuando uno construye y vive entre muros, cualquier compañía parece válida, incluso aquella que ahoga, aísla y cuarta.

Muy decidida, la princesa le dijo al príncipe que podía volver por donde había venido, que nadie atacaba a su pequeño amigo y que mucho menos iba a bajar de su torre
enmurallada. Con el tiempo, el príncipe probó una tras otra vez de rescatar a la princesa de ella misma, pero esta se negaba, tenía tanto miedo... Hasta que un día el valiente caballero desistió. Se quedó sin fuerzas, se llenó de miedos y empezó a construir un muro alto y robusto, parecido al hogar de la dulce princesa. El también había sufrido, y no quería volver a sentir el aliento del dragón detrás de su nuca.

Con el tiempo y mucha ayuda de las hadas madrinas, la princesa entendió que ese dragón fuerte y furioso era ella misma cuando se volvía intransigente, tozuda y distante; y empezó a entender a aquel príncipe que un día arriesgo su vida por ella. La bofetada de realidad fue tan grande que los muros que sujetaban la alta torre de la princesa cayeron de golpe, quedando convertidos en mil añicos de piedra y cemento. Y de repente la princesa sintió muchísimo dolor. Se encontraba perdida, nunca había estado tan expuesta, tan asustada, sin nada ni nadie que la guiara o la protegiera. Se hizo un ovillo y lloró durante más de tres semanas. Pero a la cuarta, levantó la vista y vio que delante de sus ruinas había una torre igual de alta que la suya, igual de forjada, igual de maciza. A lo alto de ella, pudo ver la cabecita de aquel príncipe que había sido derrotado tantas veces antes por su dragón. De repente el corazón de la princesa latió, fue mágico e inesperado. Su corazón empezó a vivir después de tantos años acorazado, empezó a latir a más de 6000 revoluciones por segundo. Vibraba con cada pensamiento, sentimiento y lo más importante, su corazón reconocía que ese dragón del cual ella había sido esclava, no era más que ella misma asustada y con muchos miedos.

Así pues, desnuda ante el mundo supo que tenía que subir a lo alto de esa torre, igual que tantas veces lo había hecho el príncipe. Pues si él estaba ahí encerrado, era porque ella no había visto a tiempo que alimentar al dragón, era alimentar al desamor, la soledad y el egocentrismo. De repente escuchó un grito en la lejanía, un susurro ahogado, la última palabra de alguien agonizando. Era el príncipe, pero la princesa no tenía claro si le gritaba "te quiero" o "no vuelvas más". Con tanta distancia de por medio todo parecía confuso. Así pues, la princesa se secó las lágrimas, dejó el miedo a un lado, se plantó ante el problema y le dijo "te voy a solucionar". Si algo tenía claro, es que si había, aunque solo fuera un 1% de posibilidades de que el príncipe gritara lo primero, iba a calzarse las botas de escalar, hacerse con una cuerda y trepar hasta llegar a lo alto de esa larga torre construida con un miedo tan fuerte.
La princesa no sabía si al llegar este la recibiría con los brazos abiertos o la invitaría, igual que hizo ella, a volver al suelo; pero fuera lo que fuera valdría la pena. Me gustaría contarte el final de la historia Sant Jordi, pero la princesa aún no ha alcanzado su objetivo, aún no ha conseguido que ese valiente caballero le de la mano, brindándole así una oportunidad. Pero yo que la conozco muy bien, me ha dicho que te diga que esta tranquila, que no le importa tardar (pues dicen que todo aquello que vale la pena cuesta un poco más de lo que a uno le gustaría) y que va a luchar hasta el final.
Será que para esta princesa aún no ha acabado el cuento, será que esta vez está dispuesta a escribirlo de su puño y letra, aunque le salgan callos, aunque termine antes de llegar al final.

sábado, 21 de abril de 2018

Demasiado sol para un día tan oscuro.

Maldito el día que descubrí a Beret y todo su repertorio de canciones.

¿Porque me mentiste? ¿Porque dijiste que me querías, que querías estar conmigo?¿Porque lo acompañaste de un pero? Pero tengo miedo. ¿Desde cuando eres un cobarde? ¿Desde cuando te sientes cómodo escondido detrás del muro? ¿Desde cuando ni sientes ni padeces? Yo me enamoré de toda esa pasión descontrolada, esas ganas irrevocables de vivir a cualquier precio, de esa fuerza desmedida que podía con todo; pero ya no está. Ya no estás, ni quieres estarlo. Los costes han superado los beneficios. Sí, eso soy yo, un ajuste de cuentas para ti; algo que es mejor no tomar porque las posibilidades de perder son muy altas (según tu).

¿Porque me mentiste? ¿Porque no me dijiste la verdad aunque me doliera?: ya no te quiero, ya no te necesito, esto se ha acabado. ¿Porque no lo hiciste? Hubiera preferido que me rompieras el corazón de una sola vez, que no dejarme hecha añicos y sin instrucciones para recomponerme. Siento una soga en el cuello que  no ahoga lo suficiente como para matar, pero que aprieta lo justo para recordarme que todo este dolor es porque ya no estás.

Solo quiero que todo esto acabe. Quiero arrancarme los sentimientos, los pensamientos, las ganas. Pero sobre todo, quiero deshacerme de la esperanza, guardarla bajo llave en algún cajón viejo y no abrirlo nunca más. La tía me juega una de malas pasadas... Se levanta cada mañana diciéndome que a lo mejor encuentro una nota en el parabrisas de mi coche, cada vez que suena un mensaje me susurra que podrías ser tú, me da fuerzas para contactar contigo con cualquier excusa; pero todo se va a pique. Pues nunca hay notas, ni mensajes tuyos, ni contestaciones parecidas a "en nada nos vemos, cariño".

¿Esto es lo que tú sentiste? Pues dime, ¿qué hiciste? Dime, ¿cómo dejaste de sentir todo este dolor? ¿Qué tengo que hacer? ¿Acostarme con el primero que me prometa el cielo? ¿Llorar hasta quedarme sin fuerzas? ¿Esperarte cada noche en la puerta de mi casa por si vienes? Nunca me enseñaste cómo estar sin ti, y eso, junto al hecho de haber derribado mi muro, es de las cosas más difíciles que he hecho hasta ahora.

Ojalá aparecieras y me dijeras: venga. Solo una vez más, por nosotros. Ojalá me dieras una señal, ojalá dejara de soñarte, ojalá no te quisiera, de verdad. Tengo tantos sitios que enseñarte dentro de mí, tantas cosas nuevas que explicarte, tantos momentos que vivir a tu lado. Pero ya no. Ya no estás.

Después de estas tres semanas de pura agonía, de ansiedad, insomnio y demasiadas lágrimas; sería hipócrita y mentirosa si dijera que ya no te espero. Claro que lo hago, claro que lo haré. Pero ya no se como conectar contigo, y es que a lo mejor el hilo rojo del que siempre hablábamos se ha roto. Debe ser eso. Debe ser que no soy para ti, y viceversa. Debe ser que esto no es amor, porque si así fuera no me dolería tanto, no me anclaría a la miseria más inmensa. Quiero pensar eso. A la mierda con tus  "a lo mejor más adelante", no te quiero más adelante, te quiero ahora y para siempre. Pero ya no estás, ya no te siento y tengo la sensación que la única manera de salir de este pozo es olvidándote. Olvidarlo todo. Olvidarlo siempre.



miércoles, 18 de abril de 2018

V

Joder quedate.

No seas igual de cobarde que yo, quedate, regresa, arriesgate. Dame la oportunidad de ayudarnos, de querernos, de luchar juntos por esto. No te escondas, no construyas el muro, el caparazon o la barrera para no sufrir
Joder, se de que te estoy hablando. Se vuelve dura, aprieta, ciñe. Te vuelve suspicaz y catastrofista. Derriba el muro, hazlo otra vez. Siempre has sido mas fuerte que yo, te has expuesto al mundo sin corazas, has dejado que el alma se te rompiera cientos de miles de veces. Yo siempre he querido protegerme del dolor a cualquier precio, pero ya no quiero ni puedo pagar mas cuando la moneda de cambio eres tu.

Joder ya se que voy tarde, soy una maldita tardona que durante mucho tiempo ha tenido miedo de sincerarse, de pedir ayuda, de pedir perdon, de que la cuiden. Pero he aprendido, estoy aprendiendo y quiero que lo veas. Danos la oportunidad de crecer juntos, de vencer juntos al miedo, de plantarle cara. Pongamos soluciones, venga, siempre eras tu el que lo decias, no puedes abandonar ahora, ahora que porfin se como funciono no puedes hacerlo. Te lo prohibo. Arriesgate una vez mas pprfabor. Durante todo este tiempo no he arriesgado una mierda por miedo al dolor, a la tristeza, a que no fuera suficiente; no hagas lo mismo, te lo imploro, te lo ruego, te lo pido... Vuelve a casa.

Se que esto no es Disney, que no todo siempre ira bien, que nos discutiremos porque tu diras a y yo b, pero joder, porfin veo que existe una C. Creemosla. Sentemos este, pongamos objetivos, metas, lineas infranqueables; lo que tu quieras. Me vale cualquier solucion. Pongamos un codigo, hablemos de todo sin miedo, confiemos. Tengo mil balas que.lanzar, cargadas de argumentos para que vuelvas, y me gustaria dispararlas todas, pero debo respetar tu decision. Aunque no quiero, no me gusta, no la quiero conmigo, te quiero a ti joder. Te quiero cuando me dices que tienes miedo de volver a los infiernos, y te entiendo, porque ahora mismo me.codeo con el mismisimo diablo. Entiendo cuando dices que me quieres, que aun sientes que podria haber algo, pero que no sabes si puede ser mañana, la semana que viene, dentro de tres.meses o dos años. Lo entiendo, de veras. Y ojala existiera algun examen, un test, una prueba, lo que sea para demostrarte, para tener pruebas de que sera diferente porque luchamos los dos, a una, a por todas. Que le.jodan a ir lento, he perdido muchos.meses sin ti, he pasado muchas horas sin tus manos. Estamos juntos en esto.

Y ya se que pedirte esto es egoista, pero no tengo nada mas, no puedo hacerlo de otra forma.. No quiero esperar a encontrarte por casualidad, no quiero mirar cada 3 sg el retrovisor del coche por si apareces con tu moto, no quiero agonizar pensando que un dia mas es un dia menos sin ti, sin ponerle remedio a esto. Joder, por dios, no quiero. Y no hace falta ni que me digas VEN, dime  V. Con eso tengo suficiente. No hace falta que te entreges en cuerpo y alma, dame solo un pie, tantea el terreno, mira si es firme, ponme a prueba, me da igual; pero poe fabor dame.la.oportunidad de hacerte ver que podemos ser mejor, que podemos cumplir aquellos sueños que nos propusimos, que podemos crear nuevos, que podemos rectificar de nuestros errores, agachar la cabeza y decir nunca mas.

Espero que leas esto algun dia. Me da igual si lo lees mañana, el lunes o dentro de dos meses. Seguire en esta posicion, asi que porfabor, si decides arriesgar, aunque solo sea un poco, aunque solo sea para ver la veracodad de lo que digo, aunque solo sea para quitarte la espinilla de si esta vez esto es cierto, porfabor dime V. E ire, sin miedo y dispuesta a quitarte los tuyos.


Te quiero y te querre, pase lo que pase, sea el dia que sea.

sábado, 7 de abril de 2018

Agridulce.

No creo en las casualidades y mucho menos en las coincidencias. Si ayer nos encontramos en plena madrugada a 100km/h fue porque todo lo que vino era necesario.

Hablar contigo siempre es una terapia expres, una carrera de emociones en círculo donde gana la que más mareada está. Pero tambien es hogar, sí, hogar como adjetivo, porque consigues hacer que todo parezca casa por donde pasas.

Hemos pasado tantas veces por estos sentimientos.. Ya nos conozco, y hablo en plural porque no creo que me queme al poner la mano al fuego si afirmo que empieza de nuevo la cuenta atrás. El reinicio del marcador para poner los pensamientos y sentimientos en orden, a 0, listos par poder volver a la normalidad, donde no nos dolemos más de lo estrictamente necesario. Pero qué puedo hacer si una hora contigo supone dos meses de trabajo duro para olvidarte y sanar. Y aunque me hago creer que ya estoy acostumbrada y me duele menos, tardo muy poco en sincerarme y saber la realidad.

A pesar de todo y cayendo en mis contradicciones, esta noche entre gotas de lluvia y un coche demasiado sucio, te he notado entero, sincero, real y eso es lo que me ha gustado. He visto que sigues siendo, aunque ya no estes, y aunque me duele un poco ver que le has dado la vuelta a nuestra pagina, me alegra que sigas recordando nuestra edicion. Al fin y al cabo fue la primera.

Además, siento que he podido mirarme en un espejo. Me he visto antes, durante y ahora; y me siento orgullosa del reflejo, de mis avances, del surco que reabres en mi corazón y de la manera que he sabido saturarlo. Aun me quedan puntos sueltos, pero no me importa, no me duelen, sólo me apretan un poco para recordarme que es real encontrarte de repente y PAM.

"Ens veig igual de connectats que sempre", "Em fa feliç tenir a algu així". Me quedo con eso, y con el hilo rojo.

Ps. Mi respuesta instantanea fue: azul. Qué más podía pedir, ser feliz siempre sin importar nada. Aunque, meditándolo un poco, la felicidad no puede ser a costa de todo, y entendí que si realmente decidia quedarme con la azul, y no apostar por la roja, era porque no tenía los recursos necesarios para ser feliz aun sabiendo que hay verdades que me van a doler más de la cuenta. Con el tiempo, y despues de ver, entender e integrar muchisimas cosas, he llegado a la conclusión que el valiente se arriesga y el cobarde subyace. Aquí tienes mi respuesta, roja como el dolor, concisa como la verdad y fuerte como la felicidad.

jueves, 15 de febrero de 2018

Del mismo modo que un asesino,...

Me aturdes, me desconciertas y me obligas a plantearme de nuevo qué quiero. Siempre lo haces.
En eso consiste nuestro juego: hacer pasar el tiempo en brazo ajenos, difuminar el olvido en otros labios, soñarnos y escribir(te).
No sé hasta que punto seriamos capaces de salirnos del guión, de no seguir el patrón ya marcado tantas veces. Cuál es el punto de inflexión o la palabra mágica para darle un giro de 180 grados a todo, o a nada.


Pero no me hagas caso, son sólo pensamientos de media noche, diluidos con recuerdos, felicidad y una extraña nostalgia.






... siempre vuelvo a la escena del crimen, ahí donde fui feliz.