sábado, 26 de enero de 2013

Mi luna blanca, te pienso en cada instante.

Habías escogido todo lujo de detalles para despedirte. Me habías roto en diez mil pedazos dejándome sin hilo para coserme. Tu canción sonaba a todas horas, a cada instante, y yo, no podía dejar de resquebrajarme con cada vocablo que escuchaba de tu voz.
Eras minucioso en todo lo que hacías, sabias como llegar a mi, como si me conocieras des de siempre y no des de ese 13. Y me dejaste sola con esa canción, que aun sin ser tuya ya lloraba con ella, pero ahora, que era nuestra, se había ganado, sin demasiado esfuerzo, un perfecto hueco en mi memoria. Cada vez que la escuchaba sentía como se enlazaban mis cuerdas vocales, formando así un silencio de lágrimas que sólo lloraban palabras. Palabras que no te dije, que si te dije, que jamás te diré..
Y recuerdo cuando a veces me quedaba muda mirando tus ojos, pero sobre todo tus labios, y de mi no salía más que un largo silencio seguido de sonrisas. Pero lo que tu no sabes, es que cuando yo callaba, pensaba en como describir la perfección que mis pupilas reflejaban. Pero verás, siempre optaba por callar, si no, dime tu qué palabras hubieran podido explicar aquello que no cave en el alma.
Y te ibas, ahora ya sabía que te ibas.. Habías utilizado esa palabras que yo acostumbraba a decir, "última", y que mal sonaba en tu boca que siempre rebozaba esperanza.
Te prometo que seré feliz. Seré feliz cuando te piense, cuando te sueñe, cuando no quiera olvidarte, cuando te lloré, cuando te ame aunque tu ya no lo hagas; seré feliz, lo prometo.

Ps. Soy incapaz de escribirte la última carta, pero cuando lo haga, la guardaré en esa caja de madera que un día alguien me dio. Siento haberle apagado la luz que tenían los ojos que me la entregaron. Prometo devolvérsela algún día, para que vea, que yo, no dejé de pensar en la luna si un solo momento.

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