Suena el móvil. Tu voz. Ni siquiera me acordaba de ella.
Suenan unas palabras que me dejan quieta, sentada, dispuesta a escuchar todos tus perdones. Perdones ahora, después de 2 años. Pero perdones.
Ni si quiera se con que fin me buscas ahora, la última vez desapareciste en una moto, dejándome demasiado desconcertada, quizás demasiado pequeña (en todos los sentidos) para entender que acababa de pasar. Y ahora, ahora qué quieres? Verme, tomar un café. No me gusta el café. Sería irónico que lo tomara contigo después de tu marcha, de tu ida en silencio, de tus palabras que no salieron jamás de esa boca estúpida que me beso con el solo placer de conseguir el suyo.
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