Tengo que confesarte que entre tantas luces no hubo ni un sólo instante en que confundiera tus pupilas con las de otro. Cómo iba hacerlo. Quién tiene tu brillo..
A más, tu ya sabes que me gusta soñar despierta, pensando que quizás, si me imagino tus labios, de repente, cuando me gire, te encontraré allí en frente de mi, como si nada y como si todo a la vez, invitándome a rozar tus caderas con las mías, como si no nos conociéramos de nada más que una tarde en un parque lleno de cerezas.
Pero no viniste, por mucho que te gritara entre la multitud no viniste. Por mucho que pronunciara tu nombre en cualquier esquina, no viniste. Por más que buscara tus manos en los bolsillos no me abrazaste y yo me quedé, sin más de nuevo, a la espera de algo. Algo que no debía venir, algo que debía esperar al que espera.
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