jueves, 7 de febrero de 2013

El amor no es de quien lo espera, si no de quien lo necesita.

Recuerdo cuando volviste y me explicaste como te sentías. La de veces que habías imaginado mi figura tras esa puerta de cristal, mis ojos en los de cientos de personas que deambulaban sin rumbo por la calle.
Lo recuerdo como si me lo estuvieras narrando ahora, con el mismo tono de voz que albergaba miedo, con esas pupilas que parecían inmensas, casi imposibles de abrazar.
Ahora me pregunto qué sientes, qué crees que siento yo. Se nos esfuma la esperanza al igual que el humo del último cigarro que me fumé a tu lado. Nos hemos vuelto más fuertes, quizás un poco más fríos.
Pero nos hemos vuelto lo que somos por lo que fuimos una vez una juntos y quizás, alguna vez de nuevo, volveremos a arrancar el vuelo de la mano.
Quizás para ese entonces tu ya estés enamorado de nuevo de otra sonrisa, de otros labios, de otro cuerpo desnudo bajo la luz de la luna, n(v?)uestra luna. Pero si algo sé, si en algo creo, es en todo lo que no crees tu. En el destino que tu dices que no existe. En eso que dicen que "si un amor es verdadero, podrán pasar miles de noche con miles de estrellas diferentes, que justo en el momento que llegue quien un día fue la luna, se acabará eso de descubrir nuevas constelaciones".

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