sábado, 23 de febrero de 2013

Run away.

No se lo que quiero, sigo demasiado perdida como para encontrar cualquier abismo de poesía entre tus palabras que se clavan como lanzas en todo mi abdomen. Se nota que las has afilado con la lengua, si no, que veneno iban a llevar. Los latidos, y en consonancia,  el significado de las palabras pueden ser destructivos, así como una bomba que estalla sin previo aviso en uno de los costados donde tenías retenidas las fuerzas de voluntad. Aquí nieva, y deberías ver cuanto blanco hay, demasiado para tus ojos color negro. Un contraste demasiado fuerte para tu mentira.

Y te escribo por que no tengo otra musa, pero no te escribo para que me leas. Lo hago por que es mi manera de montar de nuevo, como piezas de un puzzle, los sentimientos. Siento que en cada palabra que escribo hay un pichazito aquí, aquí y allá. Se que sólo son punzadas para sanar la cicatriz que dejaste, y sigues haciendo, con tus vocablos. Si supieras el valor de las palabras, si supieras lo que es sentir el nudo de los zapatos en la garganta, un atroz huracán entre la nuca y el cuello, estoy segura que serías incapaz de escribir así. Tengo ganas de que la nieve se funda y se lleve con ella tu recuerdo, bueno, perdón  no es el recuerdo lo que me duele, ese lo tengo escondido en alguna parte de la que no me acuerdo. Lo que quiero es que se lleve esto que siento, esta impotencia al darme cuenta que fui una tonta pensando en ti como "diferente". Para ser diferente no debes hacer como el resto, y a ti, eso, se te escapó al actuar como niño sin sentimientos, prendado de rabia, de nostalgia, dispuesto a destruir cada ápice de mi luz.



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