Yo lo único que se es de enamorare hasta que me dejen rota en una estación o en la misma cama donde nos hacíamos el amor y otras manías. Así como querernos y hacernos enfadar. Pero que difícil es estar sentada, sin más, sobre esa nube donde nos tapábamos con una manta roja y escribirle a la soledad. ¿Cuando te escribiré a ti?
He aprendido que no se puede querer a dos sonrisas, que una, te da el triple de lo que te pueden dan miles de trabalenguas resueltos en la cuenca de tus pupilas. Pues querer... querer es hacer del deseo repentino algo eterno y duradero, un contrato sin ninguna clausula, una meta de esas en las que con un beso ya has llegado a la final. Querer es lo que yo, lo que tu, lo que ambos hacíamos. Olvidar, es lo que ya no se si todos buscamos; quizás, para ti, yo ya sea sólo una cajita rosa con miles de recuerdos que decidiste volar por los aires, o un reloj mal grabado. Quizás sea ya el sudor de otra espalda o los lunares de otra clavícula. Y te diré que lo entiendo, que no importa, que yo sólo quiero que seas feliz. Pero quiero que sepas también que mientras te digo esto miento, miento de una manera casi automática, casi imparable. Supongo que diré que tienes todo el derecho hasta que decidamos estar cuerpo a cuerpo, beso a beso; sólo entonces, y si me lo preguntas, te diré que si para ti fue dura la espera más duro fue para mi el no saber, el no saber donde se bañaban tus labios en las noches de sequía.
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